El Calentamiento Global: ¡Abocados a un desastre!
. La temperatura promedio del Artico este invierno fue cuatro grados superior al promedio.
Según el Artic Council, entidad formada por los ocho países con territorios árticos, el aumento de la temperatura en esa región del mundo duplica hoy el ritmo de las demás.
UN insólito fenómeno se produjo en el Atlántico cuando el año 2006 entraba en el escenario: se formó, a pesar de que la temporada ciclónica había terminado hacía más de un mes, una nueva tormenta tropical que tomó el nombre de Zeta, la quinta letra del alfabeto griego, al cual hubo que recurrir después que se agotaron los 21 nombres seleccionados para identificar a los sistemas ciclónicos del 2005.
Desde que se llevan registros, nunca antes se habían producido tantos fenómenos climáticos de esa índole en el Atlántico Norte y en la cuenca del Caribe y el Golfo de México. Un número récord de huracanes se generaron en el 2005 y algunos, como Katrina y Wilma, pasarán a la historia entre los más feroces y destructores de todos los tiempos.
Zeta viene a apoyar las advertencias de numerosos investigadores y expertos, para quienes el mundo estaría abocado a un desastre causado por el hombre mismo.
A pesar de que la Organización Meteorológica Mundial (OMM) no lo considera así, el aumento de la temperatura ambiente, conocido como calentamiento global, es identificado por numerosos científicos como la causa generadora de la mayor cantidad e intensidad de huracanes tropicales, hecho que se atribuye al cambio climático en curso. Este calentamiento es producido por la acumulación en la atmósfera de gases de efecto de invernadero, resultantes de la quema de combustibles fósiles, principalmente el petróleo y el carbón.
El 2005 ya se confirmó como el año más caluroso de que se tengan registros. Pero tan grave como el aumento de los huracanes —o quizás más— promete ser el incremento en el nivel de los océanos provocado por el derretimiento de los hielos polares.
La temperatura promedio del Artico este invierno fue cuatro grados superior al promedio. Según el Artic Council, entidad formada por los ocho países con territorios árticos, el aumento de la temperatura en esa región del mundo duplica hoy el ritmo de las demás.
De seguir esta tendencia, la mitad de los hielos septentrionales —incluyendo a EE.UU., Canadá, Groenlandia y Rusia—, se habrán derretido para el año 2050, el equivalente a millones de kilómetros cuadrados. Investigaciones realizadas por la Marina de Guerra norteamericana revelan que el volumen de los témpanos de hielo se ha reducido en 40%.
El aumento resultante en el nivel de los océanos amenaza ya la existencia misma de pequeños estados insulares y de las zonas costeras bajas. Grandes urbes del mundo serían inundadas por el mar. Tan sólo en Groenlandia se registró en los últimos cuatro años el derretimiento de 162 kilómetros cúbicos de hielo, y esa enorme isla ártica tiene hielo suficiente para elevar la superficie del Océano en tres metros.
Además de los hielos polares, está en peligro la región de permafrost, o sea, las tierras permanentemente congeladas.
Otra consecuencia es un hecho insólito: el hielo acumula metano, un gas de invernadero que es mucho más potente —se dice que veinte veces más— que el dióxido de carbono. Al derretirse el hielo, el metano es liberado y casi seguramente contribuirá a acelerar el proceso de calentamiento global. Es decir, que esta dramática secuencia será acentuada trágicamente por el deshielo.
Vale preguntarse: ¿Es posible remediar este desastre en ciernes? Sí lo es, dicen expertos, aunque para ello sea necesario reducir ya las emisiones de gases de efecto de invernadero. Hasta ahora los esfuerzos en esta dirección no han rendido los frutos esperados. El Protocolo de Kyoto es sólo un comienzo. Hace falta actuar, antes que sea demasiado tarde. Si esto no ocurre, el mundo estará abocado a un desastre
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